martes, 14 de diciembre de 2010
Ojalá fuese todo tan fácil como cerrar los ojos y respirar. Imaginar que estás en un lugar completamente distinto, imaginar que ya no estás aquí; que no hay problemas. Sentir la sensación de libertad, y vivir la vida a tu manera. No hay límites. No hay puertas cerradas con llave por las que sea imposible pasar, solo tú. Tú, y tus ganas de vivir. Tus ganas de comerte el mundo. Ser feliz, no hay ataduras. No hay caras tristes ni sonrisas fingidas. No hay amigas que ni son amigas. No hay gente que no te quiere ni te aprecia. Y ahora, abre los ojos; y ves que nada ha cambiado, que todo está igual que antes, y que tu mundo perfecto ha desaparecido. Estoy harta de tener que vivir siempre a condición de como los demás quieren que sea. Estoy hasta arriba de ser yo siempre la que sufra solo porque personas que ni son parte de mi vida no sufran. Estoy harta de tener que estar con gente, solo por pena. Venga, bienvenidos a mi mundo de hermanitas de la caridad, quien no tenga con quien ir, puede venir con nosotras. Pues no. Yo también quiero, necesito y ansio un mundo feliz. En el que no me tenga que comer la cabeza por todo, quiero ser yo misma, pero hay unas cuerdas que me atan y no sé deshacer... Solo quiero volver a cerrar los ojos, y saber que ahí está, en mi subconsciente, ese mundo feliz.
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